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Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, se reunió con Donald Trump en un momento clave para la redefinición de las alianzas globales. En plena incertidumbre sobre el futuro de la Unión Europea y el liderazgo geoestratégico mundial, la líder italiana da un paso que muchos interpretan como un mensaje claro: Italia está dispuesta a proteger su soberanía nacional aunque eso incomode a Bruselas o Berlín.

Mientras algunos líderes europeos siguen abrazados a un modelo globalista que ha demostrado sus límites, otros, como Meloni, exploran vías de cooperación directa con figuras como Trump, que simbolizan un enfoque alternativo al sistema establecido: soberanía, industria nacional, control de fronteras y defensa de la identidad cultural.

¿Qué implica este gesto de Meloni?

• ¿Un realineamiento hacia el eje soberanista internacional?
• ¿Un intento de construir puentes con los posibles ganadores de las elecciones en EE.UU.?
• ¿Una advertencia a la élite europea de que el viento ha cambiado?

Todo esto ocurre mientras en España, Pedro Sánchez sigue apostando por una política exterior errática, acercándose a China en lugar de fortalecer vínculos estratégicos con Occidente. ¿Está Europa fracturándose entre quienes defienden el interés nacional y quienes siguen subordinados a una burocracia ineficaz?

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